La película Regresión de Amenábar relata cómo las llamadas terapias regresivas, terapias a vidas pasadas, regresiones a la infancia o al útero materno, además de no tener ninguna evidencia científica, están desaconsejadas por las graves consecuencias que pueden acarrear generando falsos recuerdos de abusos sexuales nunca sufridos, rituales satánicos que jamás se dieron, supuestas abducciones extraterrestres o contactos con espíritus que no existieron, haber adquirido problemas psicológicos en hipotéticas vidas pasadas, etc.
Nota aparte merecen aquellas ocasiones en que, tal y como indica la Sociedad Psicológica Británica, se emplea el término “regresión de edad” cuando se utiliza la hipnosis para ayudar al paciente a recordar hechos de su vida, en un contexto sanitario y dentro de un acercamiento terapéutico legítimo y subrayándose que la regresión en edad no transporta literalmente a la persona a etapas más tempranas de su vida.
La amplia investigación empírica que existe sobre la sugestión hipnótica de hipermnesia, es decir el aumento de la memoria en cuanto a la cantidad de recuerdo y/o la precisión, y la regresión de edad en hipnosis, indica que la hipnosis no mejora la cantidad y calidad del recuerdo, siendo real o no lo que se recuerda cuando se está en regresión de edad hipnótica, pudiéndose provocar falsos recuerdos debido a la actividad del hipnotizador y a las creencias de la propia persona que está siendo regresada.
El mito que considera que bajo hipnosis no se puede mentir y que el inconsciente almacena de manera fiel y exacta todas las vivencias personales y que las regresiones pueden acceder a supuestos traumas del pasado, ha sido explotado hasta el hartazgo en la gran pantalla. Afortunadamente, existen películas como “Regresión» dirigida por Alejandro Amenábar que siendo fiel a la investigación científica, refleja las funestas consecuencias de mantener estas falsas creencias.
Los psicólogos Sarah Doménech Castellano y Pedro Velasco Alonso analizan dicha película desde el punto de vista cinematográfico y científico.
Regresión: un ejercicio de sinceridad sin artificios
“Regresión” (EEUU, 2015), cinta de producción hispano-estadounidense y protagonizada por los internacionales Ethan Hawke y Emma Watson, retoma el ya recurrente dilema tratado por el director madrileño en obras como “Ágora” y, en menor medida “Mar adentro”, sobre la eterna lucha entre fe y razón, religión y ciencia, utilizando esta vez como contexto e hilo conductor la oleada de histeria colectiva relativa a los supuestos crímenes y rituales satánicos acontecidos en la América rural de los años 90.
En esta ocasión, la historia gira en torno al personaje de Bruce Kenner (Ethan Hawke) un concienzudo y analítico detective encargado de investigar los supuestos abusos perpetrados a la joven Ángela (Emma Watson) por parte de su padre, el señor Gray (David Dencik) con la variante de que éste, aunque dispuesto a reconocer su culpabilidad, no recuerda nada de los sucedido. Con el fin de ayudar a arrojar algo de luz a la investigación se recurre al Dr. Raines (encarnado por David Thewlis) que tratará, a través de la hipnosis, de clarificar los recuerdos supuestamente inhibidos del señor Gray.
Así pues, la totalidad de la cinta nada entre la bruma de la duda y el miedo irracional con ligeros toques de clarividencia para, finalmente, resolver la trama a través de la lógica, la verdad tácita que el espectador puede intuir desde las primeras escenas sin llegar a asumir del todo.
Y es que, como nos cuenta este logrado guion, las expectativas pueden dibujarnos realidades que desvirtúan la belleza de la autenticidad, de la sinceridad sin artificios y puede que precisamente éste haya sido el principal motivo de decepción generalizado sobre la película.
“Regresión” constituye el sexto largometraje de un director más que consolidado en la industria y cuya carrera podría definirse en términos de rigor y talento a partes iguales. En este sentido, su última película aunque carente de la frescura de la inolvidable “Tesis” (Amenábar, 1996) sigue la estela temática y estilística características de la marca Amenábar. Así pues, en términos temáticos, se recurre nuevamente a la disyuntiva entre la embriagadora irracionalidad y la no tan atractiva lógica para nuevamente reforzar ésta última por encima de su antagonista. Además, se introduce un nuevo y sólido rasgo argumentativo: la génesis del miedo. Esto es, ¿de dónde procede el miedo? ¿se trata de una emoción innata e inconsciente, adaptativa y aprendida o ambas cosas simultáneamente? En este sentido la hipnosis se personaliza como la técnica ideal para unir lo desconocido y lo visible, lo imaginable y lo verificable como si de una brújula de conocimiento se tratara.
Por otra parte, a nivel técnico cabe destacar la corrección (que no genialidad) de la totalidad de la película: guion, montaje, banda sonora, fotografía, vestuario y actuación. En referencia a este último aspecto cabría puntualizar que la excesiva taciturnidad del personaje interpretado por Hawke y la insuficiente emotividad de su coprotoganista Watson entorpece en algunas escenas clave la credibilidad e intensidad del guion en sí mismo. En contraposición, las interpretaciones de los secundarios Doctor Raines (terapeuta convencido de las casi ilimitadas bondades de la hipnosis) y Señor Gray (padre sospechoso y atormentado por la culpa) equilibran la balanza dotando al filme de escenas dignas de recordar (como la del rechazo del doctor a la posible inexactitud de su tratamiento o la del interrogatorio al señor Gray, abatido y convencido de sus crímenes más allá del propio recuerdo).
En cualquier caso, y centrándonos en aspectos meramente científicos, esta película supone un verdadero punto de inflexión en el retrato de los procesos sugestivos y de la hipnosis como conductora y, en ocasiones, generadora de los mismos. Hasta la fecha pocas producciones han revelado los peligros del mal uso de este tratamiento y sus consecuencias. Sin ir más lejos los últimos largometrajes versados sobre dicha temática (véase “Trance” (Boyle, 2013), “Ahora me ves…”(Leterrier, 2013) o “El hipnotista” (Hallström, 2012)) ahondan en la ya manida imagen de la hipnosis como técnica extractora de verdad, que anula la voluntad del sujeto sometido a sus efectos y que incrementa tanto la calidad como la cantidad de los recuerdos evocados. De hecho, si ahondamos un poco más en este sentido nos percatamos de que la tradición cinematográfica desde el mismo momento de su nacimiento hasta la actualidad ha perpetrado un imagen totalmente adulterada del conjunto de procedimientos clínicos y experimentales que constituyen la hipnosis. Desde hipnoterapeutas convertidos en hombres del espectáculo con extraordinarios poderes, pasando por personas hipnotizadas, sumidas en un profundo trance, que exhiben las más insólitas facultades o el retrato del tratamiento como una técnica rápida y eficaz capaz de sanar de forma automática todo tipo de enfermedades o de, incluso, liberar recuerdos inhibidos.
Mención especial merece este último aspecto por la importante carga argumentativa que ocupa en “Regresión”. Así pues, se utiliza la hipnosis como recurso necesario para la evocación de los recuerdos del señor Gray y de su hijo, incapaces de revelar de forma natural dichos contenidos por sus terribles implicaciones emocionales. El papel del doctor Raines es, en este sentido, absolutamente fundamental pues a través de preguntas, claramente tendenciosas y engañosas, guía a los personajes hasta el reconocimiento de grotescas escenas o incluso a la asunción de hechos y actos salvajes de los que, en un primer momento, ni siquiera eran conscientes. En esta línea encontramos escenas paradigmáticas sobre la manipulación a través del lenguaje como la descripción que realiza el hermano desaparecido de la víctima, Roy Gray, sobre el modus operandi de la horda satánica durante su sesión hipnótica. Es más, constatamos en esta misma escena como muchas de las afirmaciones en torno al aspecto de los integrantes de dicha secta vienen precedidas por afirmaciones del terapeuta (destaca el hecho de que el joven Gray los recordara con capuchas después de que el propio psicólogo confesara, antes del inicio de la sesión, “que estaban buscando a alguien con capucha”).
Este punto nos lleva a la formulación de una pregunta clave, tanto como espectadores como en calidad de curiosos sobre las virtudes del tratamiento : ¿puede la hipnosis incrementar la calidad y cantidad del recuerdo? De acuerdo a las últimas investigaciones al respecto, y contrariamente a lo ampliamente explotado cinematográficamente, este tratamiento no incrementa el recuerdo. Aún más, aumenta los errores asociados al mismo al favorecer la confianza de la persona hipnotizada en su propia memoria, amparada en la premisa de que “todo lo evocado bajo hipnosis es irrevocablemente cierto” (Capafons y Mazzoni, 2005). Aún más, se sabe que por el propio funcionamiento de nuestras funciones mnésicas, de existir la represión y posterior liberación de un recuerdo inhibido, éste no se revelaría de forma inalterada pues nuestra memoria posee procesos reconstructivos o propiamente constructivos que tratan de paliar las deficiencias del sistema. Esto es, modifica o directamente construye contenidos para que el conjunto del recuerdo sea sólido y posea cohesión interna. Nuevamente encontramos una reproducción cinematográfica de este hecho en la escena en la que el detective Kenner muestra al terapeuta un famoso cartel publicitario cuya protagonista ha interiorizado hasta convertir en personaje clave de sus pesadillas satánicas. Dicho personaje es, por tanto, ilusorio y creado únicamente bajo petición del protagonista para aumentar la credibilidad del supuesto ataque sufrido en su casa a manos de la secta.
Es por este mismo motivo por el que actualmente no es recomendable usar la hipnosis en el ámbito forense ya que, como hemos podido constatar, en los testimonios extraídos bajo hipnosis influyen tanto las creencias previas de la persona como la propia actuación del hipnoterapeuta (esto es, su discurso, preguntas y premisas previas).
Otro aspecto digno de nombrar en lo referente a la acertada ilustración que este filme hace sobre la hipnosis, es la difusión de las consecuencias reales que un uso perverso de esta técnica puede tener para el paciente. En este sentido, queda retratado el sufrimiento de un padre convencido de su culpabilidad y de un joven atormentado por el acoso sufrido a manos de un grupo satánico. Hechos cuya falsedad queda finalmente demostrada pero que no exime a los sujetos hipnotizados del dolor experimentado por la asimilación de unos adulterados recuerdos.
En definitiva, “Regresión” no nos cuenta una historia más, repleta de fabulas, clichés y efectismos baratos. “Regresión” nos habla sobre el poder de las creencias, de su fácil transmisión y de sus incontrolables consecuencias. Sobre cómo en ocasiones es mucho más invalidante y devastador lo que deducimos, intuimos y conjeturamos en nuestra memoria que lo que podamos vivir en la realidad. “Regresión” nos ilustra sobre el inmenso poder de las expectativas previas capaces de traspasar la barrera de lo meramente teórico para alcanzar el estatus de verdad inequívoca y nos alerta sobre los peligros del miedo colectivo, de su fácil transmisión y perpetuación a través de la cultura de la que todos (con independencia de nuestras confesiones religiosas y convicciones previas) formamos parte. Pero, ante todo, “Regresión” es el relato auténtico y honesto de un director que, haciendo gala de un dominio sólido de los recursos cinematográficos, no permite que éstos adulteren la verdad implícita en su historia. Y es que, aunque el propósito mismo del cine sea el entretenimiento, su finalidad debe poder traspasar dicha intención y lograr transmitir emoción, convicción y veracidad al espectador. Sin duda, tres pilares fundamentales que esta película ha sabido defender y representar por encima de todo artificio.
Referencias
- Capafons, A., y Mazzoni, G. (2005). ¿Es lo peligroso de la hipnosis el hipnoterapeuta?: Hipnosis y falsos recuerdos. Papeles del Psicólogo, 25(89), 27-38. Recuperado de http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1183
- Geraerts, E., Bernstein, D. M., Merckelbach, H., Linders, C., Raymaekers, L., & Loftus, E. F. (2008). Lasting false beliefs and their behavioral consequences. Psychological Science, 19(8), 749-753. DOI: 10.1111%2Fj.1467-9280.2008.02151.x
- Larra Bujalance, F. J., Valero Aguayo, L., y Abascal Fernández, J. (2003). Hipermnesia bajo condiciones de vigilia e hipnosis. Clínica y Salud, 14(2), 203-220. Recuperado de https://journals.copmadrid.org/clysa/art/d947bf06a885db0d477d707121934ff8